¿POR QUÉ LOS POLÍTICOS SON TAN CORRUPTOS?
- Antonio Arévalo
- 9 mar 2018
- 4 Min. de lectura
Desde los albores de la humanidad la corrupción siempre ha estado presente en las altas esferas del poder político, delitos como peculado, soborno, tráfico de influencias, colusión, nepotismo, enriquecimiento ilícito, etc. son ahora el pan de cada día. La diferencia respecto a tiempos pasados es que ahora gracias al acceso a las nuevas tecnologías de la información, se nos ha sacado la venda de los ojos de tal manera que la corrupción se ha tornado más visible. Pero, la corrupción siempre ha estado ahí, se puede decir que la corrupción forma parte esencial de la naturaleza propia de los políticos, no de todos claro, siempre hay políticos honestos, pero esos políticos honestos son pocos y esos pocos son como equilibristas en una cuerda floja, porque en cuanto tienen el poder, pierden el equilibrio para caer en las garras de la corrupción con absoluta facilidad, es como si el lado oscuro de sus conciencia despertara y tomara el rumbo de sus vidas por el sendero de la oscuridad.
Para ser un político, debes reunir ciertas virtudes, como conocimientos, honestidad, capacidad, respeto a las leyes del país y tener sentido de la justicia, como mínimo. Cuando estas virtudes no están presentes llegan los improvisados de la política, como el caso de los aventureros Ollanta Humala y Nadine Heredia. Esto no es bueno para un país y en eso tienen responsabilidad los votantes, que por ignorancia y/o desidia se dejan influenciar por un populismo barato, regalos, prebendas, engaños y promesas que nunca se han de cumplir.
Los políticos en la actualidad, son como pirañas hambrientas, como piratas codiciosos, como mercenarios angurrientos porque una vez alcanzado el poder, el dinero del estado y los cargos públicos se convierten en un botín. Durante la campaña, los políticos se comprometen a recompensar con esos recursos a los dirigentes y militantes que les ayudan a ganar las elecciones y tomar el poder. Acá, no interesa si el candidato tiene filosofía política, estrategia política, plan de gobierno, un partido organizado, etc. acá lo único que interesa es simplemente subirse al carro que tenga las mejores posibilidades de llegar al poder y para eso existe mucha gente arribista dispuesto a subirse al carro sin siquiera tener los pergaminos, la capacidad, la lealtad, la sinceridad, hacia ese partido o candidato. Lo que le interesa es llegar al entorno del poder y usufructuar de los cargos o regalías y si hay que pagar para subirse a ese carro, los líderes políticos lo reciben con beneplácito, poniéndole primero en la lista del movimiento político. Por lo tanto, la política actual ya no es visto ahora como un servicio sagrado a la comunidad, sino como un negocio, como una repartija, como un pastel al que hay que devorar o saquear lo más que se pueda.
La corrupción es mala para la democracia, porque provoca una fuerte decepción en el sentimiento de la ciudadanía. Esto favorece y crea un clima de cultivo para el florecimiento de grupos extremistas, guerrilleros y terroristas, que aprovechan la desilusión de la gente para realizar sus luchas armadas, que como hemos visto a través de la historia, lo único que traen estos grupos extremistas aparte de un retroceso para el país, es destrucción, terror y muerte,
Analizando la psicología de un político corrupto, vemos que ellos nunca aceptan sus delitos, es más hasta se indignan que les digan que son unos ladrones. Nunca reconocen que son unos delincuentes y están en lo cierto, porque ellos lo sienten así…. ¿Y por qué digo, que ellos no se sienten delincuentes?.. porque el acceso al poder trastoca su sentido de la realidad y la moral, se sienten iluminados, destinados, “cholos sagrados”, ellos solo ven sus delitos como pecados, errores, omisiones o faltas... para ellos, robar no es delito, para ellos robar es una recompensa, un pago, una remuneración, una reivindicación por los servicios prestados a la nación, a la región o la municipalidad para la que trabajan. En la mente del corrupto se crea la noción de que tienen derecho a disponer de dinero público a su parecer y a su conveniencia, y no sienten ningún remordimiento de lo que están haciendo, pero ellos saben en el fondo perfectamente que están cometiendo un delito, pero son incapaces de corregir ese “defecto”, están como drogados que no pueden dejar el vicio, porque para ellos es muy importante mantenerse y demostrar que tienen poder, es lo único que les interesa, esta conducta crea el efecto de nublar, de ignorar la cruda y dura realidad de sus vida, de que están robando dinero público, de que son unos pinches y vulgares delincuentes, con la única diferencia de que visten de saco y corbata.
Todos, absolutamente todos los políticos que caen o son sindicados como corruptos recurren a la mentira sin asco ni remordimiento, ellos se sienten perseguidos políticos, jamás van admitir que son culpables, “SOY INOCENTEEE”, “OTROS SE VENDEN, YO NO”, “YO NO HE RECIBIDO DINERO, PREGÚNTENLE AL QUE RECIBIÓ”, “NO SÉ NADA SOBRE LOS APORTES A MI PARTIDO” dicen… y lo dicen desde el fondo de su ser, con coraje e indignación, sin ningún sentimiento de culpa, porque eso es lo que sienten en esos momentos, es por eso que nunca vamos a ver a uno de ellos decir, “señores, me han descubierto, he perdido, yo tengo la culpa, pido disculpas a la nación, a mi región, a mi comunidad”… conociendo a los políticos peruanos, esas palabras nunca lo van a escuchar jamás, eso no sucede en el mundo real en que vivimos. ¿Esto es el Perú, qué les parece?
José Antonio.

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