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El fracaso de la Descentralización y de los Gobiernos Regionales en el Perú.

  • Foto del escritor: Antonio Arévalo
    Antonio Arévalo
  • 30 oct 2017
  • 4 Min. de lectura

Desde el Virreinato hasta la actual era Republicana en que vivimos, nuestro país siempre ha sido un país centralizado, siempre ha existido en la mentalidad inconsciente de casi todos nuestros gobernantes que Lima es el Perú y el Perú es Lima. Y esto no es una exageración, si vemos los recursos que se destina a un distrito limeño, son muchos mayores en proporción a los que se destina a los distritos mineros, donde la mayoría de la población vive en la pobreza, ejemplo Apurímac. Si los distritos mineros tienen mucho más ingresos propios que los municipios limeños, cómo es posible que esos distritos sigan viviendo en la pobreza y en muchos casos en la extrema pobreza. De ahí que Lima se haya convertido en una ciudad estado, donde los provincianos van en busca de oportunidades que su región no les puede ofrecer. Tratando de resolver este grave problema, durante el gobierno de Alejandro Toledo en 2002, se creó La Ley Orgánica de Gobiernos Regionales, que a la postre generó en elecciones regionales donde se eligió a nuestras primeras autoridades regionales. ¿Pero qué ha pasado desde ese tiempo?.. . Que simplemente los gobiernos regionales se han desnaturalizado, se han desviado, se han municipalizado, se han neutralizado porque no están cumpliendo a cabalidad con el objetivo para el cuál se les creó. Si con Alejandro Toledo empezamos con los gobiernos regionales, Alan García los utilizó como una extensión de su poder político, Ollanta Humala lo convirtió en una secretaría y PPK le está dando la estocada mortal, desvirtuando prácticamente el fin supremo de la descentralización, de crear gobiernos regionales fuertes, independientes, sostenibles y capaces de marcar el rumbo para la prosperidad de su región. En el papel todo funciona bien, pero en la práctica desgraciadamente, la falta de preparación de los gobernadores regionales, de sus funcionarios y gente de su entorno, han traído abajo las buenas intenciones que se quería conseguir con la descentralización y si a eso le sumamos la corrupción imperante y generalizada, vemos pues que en vez de buscar el bienestar de la población, los gobernadores buscan primero su bienestar económico, llegando a cometer delitos contra la administración pública, motivo por el cual numerosos funcionarios y gobernadores han ido a parar a la cárcel. Por otra parte, vemos también mucha indolencia e incapacidad en los partidos políticos de nuestro país, que han caído en abierto desprestigio con una pobre representatividad en el interior del país. Al no existir partidos políticos con candidatos debidamente preparados para asumir las gobernaciones regionales aparecen movimientos que en su inmensa mayoría giran en torno a un caudillo político, como el caso del mafioso César Álvarez en Ancahs o del rebelde Gregorio Goyo en Cajamarca, estos caudillos en lugar de democratizar, de mejorar, de potenciar los gobiernos regionales, lo acaudillan, atornillándose en el poder como una especie de dictadura provinciana. En vez de generar unión y desarrollo, estos caudillos crean polaridad, conflictos, sublevamientos, odios y caos en las regiones, con consecuencias negativas para la inversión y el turismo. Los gobiernos regionales no funcionan y no funcionan también porque la instituciones que deberían de velar por el buen desenvolvimiento de las administraciones regionales, tanto la Contraloría como la Fiscalía están de adorno, pintados en la pared, están fallando en fiscalizar el trabajo de los gobernadores, los actos de corrupción recién saltan a la vista cuando ya han pasado varios años desde que se cometió el delito, dando tiempo a los gobernadores para enriquecerse, blindarse y defenderse cuando son descubiertos e incluso no les importa ir a la cárcel si van a quedar con plata, los corruptos asumen que ir a la cárcel es parte del costo de enriquecerse. Y lo peor es que con el nuevo poder ejecutivo, los gobiernos regionales han quedado prácticamente estoqueados, arrimados, cercenados y maniatados. El gobierno de PPK no cree en la descentralización, sólo así se entiende las diferentes "reformas planteadas por el ejecutivo nacional para que el congreso viabilice formas de control económico y político a las regiones"... Si a eso le sumamos que el congreso no movió ni un solo dedo, cuando cada año el presupuesto público se centralizaba en el MEF, en detrimento de los gobiernos regionales, podemos decir entonces que el proceso de descentralización en el Perú, ha fracasado. Ahora, algunos van a decir que estoy exagerando, que quién eres tú para decir eso, que nadie te conoce, que soy un pesimista, etc… Y yo les digo que a mí, me gusta hablar con propiedad, con pruebas, con conocimiento del caso, con marcadores, con cifras, con resultados. Según Centrum Católica “el proceso de descentralización en el Perú es un fracaso” que se evidencia en las deficiencias en el nivel de capacidades, gestión, autonomía y toma de decisiones de los gobiernos regionales (lo que venía diciendo líneas arriba). Según el Índice de Competitividad Regional del Perú 2016... Lima Metropolitana obtiene el primer lugar con una puntuación de 73.43 “medio alto” y el Callao se encuentra en la segunda posición con una puntuación de 51.90 “baja”. Moquegua, Tacna, Ica, Arequipa, La Libertad, Lima Provincias, Lambayeque, Piura, y Cusco, tienen una puntuación de “muy bajo” y el resto de provincias tienen una puntuación de “extremo bajo” como Loreto, Ucayali, Amazonas, Huancavelica, Cajamarca, Pasco etc . Ninguna provincia llega a una puntuación de “Alto” o “Muy Alto”. El único que aprueba es Lima Metropolitana y todos los demás, jalados. La realidad es terrible, como para llorar. Lo siento por mi pesimismo, pero esa es nuestra cruda realidad. José Antonio.

 
 
 

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